Por cierto, tenemos un nuevo perro en el piso, Eva se ha comprado uno, un carlino, ese perro vizco, graciosísimo y diminuto.
Ahora que soy más consciente que nunca de que necesito los 2 trabajos, me entra la paranoia de que me van a despedir de los 2. Vale que no soy una experta en conservar trabajos. Vale que mi comportamiento alegre y dicharachero puede molestar en algunas ocasiones... Y vale que a veces la cago hasta cotas insospechadas. Me explico:
El domingo pasado en Montezorra después de una jornada laboral interminable (noches alegres, mañanitas tristes) salgo a las 9 de la noche, corriendo cual alma que lleva el diablo para no perder el autobús que pasa cada hora y me lleva a Moncloa. Llego a las 9.45 a casa, y cuando ya estoy acomodada, me llama mi jefe y me dice que me he dejado la barrera de los coches bajada y por lo tanto, 30 personas han quedado atrapadas dentro del maldito club. Tuvieron que llamar al dueño, que estaba en pijama en su casa, para que acudiera al rescate.
Tras la consabida bronca, me dice que lo hablaremos en la reunión del martes, esas reuniones en las que perdemos toda la tarde para que nos cuente la manera correcta de afilar los lápices para no arañar la mesa cuando escribimos con ellos. Así que el marrón número 2 me viene encima, cuando le digo que no puedo ir, porque tengo entrega de proyectos el jueves y voy mal de tiempo. Oigo cómo le empieza a herbir la sangre, y el pitido que hace el vapor a presión de sus orejas contra el teléfono, y me suelta:
Y en el restaurante, me lo estoy pasando demasiado bien. David y Javi trabajan en la barra en la que yo espero acodada la llegada de la gente. Y yo, que soy dócil y curiosa, me dejo invitar a todos los chupitos de vodka que buenamente me quieran poner (tienen como 100 tipos de vodka exquisitos). Todo empezó divertido, risas y risas, y yo casi acababa señalando las mesas donde los clientes tenían que sentarse porque no podía articular palabra. Me gastaban bromas, me llenaban los vasos de agua con bebidas alcohólicas que yo me acababa bebiendo, y todos nos reíamos. Pero ahora empiezo a sospechar que Lllllllllllllallllllllllllllo (mi jefe) se huele algo y no le hace mucha gracia... Y yo solo pienso que todo es mucho más divertido en el restaurante cuando el calor del vodka arde por mi esófago...
Y por si acaso todo eran paranoias, hago este post que bien merece un despido...
Todo esto para decir que interrumpo los 21 días por fuerzas de causa mayor... Me voy corriendo al aereopuerto para unas merecidas vacaciones con mi hermana pequeña. Vuelvo en una semana.