sábado, 18 de septiembre de 2010

Acero pa los barcos

A la semana del repentino despido de Montezorra, encontré por fin trabajo de lo mío, paradojas del destino, en un estudio que hace casas para ricos. El sueldo, una puta mierda, pero conseguí que me dejaran trabajar solo media jornada, y así poder buscar algo por las tardes. Bendito restaurante Olsen, y bendito Lalo (mi jefe) que a pesar de mis absurdas excusas cuando no quería ir a trabajar, me seguía manteniendo el curro.




El trabajo en el estudio me encantaba. Gente joven, estudio de renombre y un montón de marujeos sobre famosos y sus casas. Pero entonces llegó él.



El torrijo era un becario que venía de Navarra para trabajar en el estudio (enchufe de por medio) en verano con una sucia estrategia: TRABAJABA JORNADA COMPLETA Y NO COBRABA NI UN DURO.

Un día el Torrijo y yo tuvimos que ir a medir la casa de una famosa presentadora de televisión. Al llegar al salón, había un cuadro enorme:


Sí señor: la presentadora se había inmortalizado con cola de sirena y rodeada de pecelcillos.
Conversación entre el Torrijo y yo:

Yo-  tutututu, mira ese cuadro.
Torrijo- ¿Cuál?
Y- El Picasso, no te jode. Ese
T- Ah, ¿qué le pasa?
Y- ¡¿Qué pasa, que tienes uno igual en tu casa?!
T- No. Esta gente es así.

Y acto seguido sigue midiendo.

Duré 2 semanas. Lo justo para que se dieran cuenta de que no les salía rentable tener una becaria cobrando a media jornada si podían explotar 10 horas al Torrijo sin pagar un duro. Y me echaron.

A la semana, una vez más, conseguí trabajo en Miss Sixty, esa tienda de ropa en la que hay que hacer un curso de faquir antes de embutirse en uno de sus vaqueros. El uniforme.


Un mes he estado en Miss Sixty. No es que no estuviera a gusto, pero era mi primer trabajo a comisión, y a mi me soltaron con aquellas mihuras de la venta, y mi sueldo se veía seriamente perjudicado.
Así que después de llevar todo el verano muerta del asco y del calor en Madrid, viendo de dónde podía sacar más dinero, me cae un regalo del cielo: Un trabajo como conductora en la vuelta ciclista. Esto venía a ser como unas vacaciones pagadas durante 25 días viajando por la península. Y dejé la tienda.

Ya llevo 18 días de vuelta, pensando en qué voy a hacer cuando vuelva a Madrid. Deseando que mi casa esté recogida cuando llegue, que me espere un trabajo que me guste y que me siga durando el dinero...