lunes, 14 de diciembre de 2009

El secreto o "lo semejante atrae a lo semejante"

Está claro que las desgracias nunca vienen solas. O según Rhonda Byrne, autora del dudoso bestseller El Secreto, "vibraciones armoniosas de la ley de la atracción", por las cuales "tú obtienes las cosas que piensas; Tus pensamientos determinan tu experiencia".
Yo seguía viviendo en casa de la señora, aguantando el tirón, pensando en no colocar mucho mis cosas porque en breve encontraría otro sitio en el que vivir a gusto. Pero seguía llorando y Héctor intentaba consolarme.




Esas piernas seguían ahí porque cuando se marchó me pidió un tiempo. Vamos, que me dejó. A lo mejor a el le gustaba menos que a mí aquella casa y no quería volver, o realmente se agobió por mi insistente sugerencia de que viniera a vivir a Madrid conmigo. En realidad 100 sugerencias seguidas de 100 noes. Él pensaba que yo era insaciable y que nunca me conformaría con lo que él me daba. Y ahora, cuando me preguntan por qué se acabó aquella relación, me gusta siempre contestar con una frase de un grupo que a mí me gusta mucho, Manos de topo:



De modo, que según Rhonda Byrne, yo quería vivir en una casa con una exyonqui anémica y un compañero "francés" (empezaba a dudarlo) fantasma, quería tener una habitación no ventilada en la que no entraban las ondas lumínicas pero sí todas las acústicas que había en un radio de 50 metros desde el edificio, quería un trabajo en el que mi jefe me trata como a una analfabeta en proceso de reinserción, y quería que mi novio me dejase cuando no sabía dónde iba a estar dentro de una semana. De la vida tienes lo que quieres.

Pero un día, haciendo una inspección por el barrio, entre en un bar que tenía buena pinta. Yo estaba sola, y me senté en la barra, y no sé si fue la música, o la sensación de autosuficiencia, o que estaba recién duchada pero me dí cuenta de que eso era lo que yo quería.

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