martes, 13 de abril de 2010

Anécdota cotidiana del quéhacer doméstico

Llevo un par de días encerrada en casa en plan maruja total. Así limpiaba así así.



Así que ayer puse una lavadora, y metí una sábana (bajera? no sé si se llama así) que no cabía en el tendedero de dentro de casa, y la colgué en las cuerdas que dan al patio interior.
Hoy cuando me he despertado estaba lloviendo. Sorprendentemente, lo primero que he pensado ha sido "Ayh, madre, la sábana  bajera!" (dios, me he convertido en una señora?). He salido corriendo de la cama, me he asomado a la ventana y no estaba. Durante los 5 segundos en los que he cruzado el pasillo para ir a mi cuarto me he sentido querida, he pensado "qué detalle! ésta ha sido Ruth, que está en todo, ha visto que llovía y ha tendido la sábana dentro. Pero... Un momento..." Retrocedo, me asomo a la ventana:


Y ahí sigue la sábana bajera, ondeando sobre la tubería. De vez en cuando me asomo para verla.

En fin, ya explicaré un poco mejor por qué, pero parece ser que las cosas empiezan a ir sobre ruedas. Han hecho falta 6 meses, sí, pero por fin estoy contenta, me siento independiente y me gusta mi casa. Ya no tengo miedo y parece ser que todo era mucho más fácil de lo que yo lo hacía.
Debe ser la primavera.